“Este tipo de sucesos acontecen cada pocos meses o cada año. Sin embargo, éste pasó más cerca que la mayoría. Como siempre en la astronomía, hay muy pocos pedazos de roca grandes y muchos más pedazos pequeños”, dijo a Excélsior Jonathan McDowell, astrofísico del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics en la universidad de Harvard.
A las 07:44 horas del lunes pasado, el objeto estuvo en el punto más cercano a la Tierra, 70 mil kilómetros que, de acuerdo con la Sociedad Planetaria, es una quinta parte de la distancia entre el planeta y la Luna.
El meteorito bautizado como 2009 DD45 fue avistado por primera vez el pasado 28 de febrero por el científico Rob McNaught, en el observatorio Siding Spring de Australia. Sólo fue visible desde China, Japón, Australia y el pacífico asiático.
De acuerdo con la Sociedad Planetaria, el tamaño del 2009 DD45 es equivalente al de Tunguska, el meteorito que devastó miles de kilómetros cuadrados de bosque en Siberia en 1908.
“Si el meteorito golpeara una ciudad, podría destruirla, aunque las probabilidades de que eso ocurra son pequeñas, porque la mayor parte de la tierra no está densamente poblada,” dijo McDowell.
Eso fue justamente lo que aconteció en Rusia, pues Tunguska es una región alejada de las mayores ciudades rusas. A pesar de que algunos campesinos atestiguaron el impacto, descrito como un rayo de luz más brillante que el sol atravesando el cielo, no se realizó una expedición para analizar el área de impacto sino hasta 1927.
Cuando llegaron, los encargados de la misión encontraron árboles inclinados en un área de dos mil 150 kilómetros cuadrados.
Desde entonces, el sitio ha sido de gran valor para los científicos que investigan este tipo de fenómenos para conocer las consecuencias de un impacto de esa naturaleza en la superficie terrestre, especialmente si se considera que una de las hipótesis más aceptadas para la desaparición de los dinosaurios es la de un objeto espacial que cayó en la actual península de Yucatán.
La Sociedad Planetaria clasifica a los objetos que flotan en el espacio como asteroides, meteoritos y cometas.
La principal diferencia es el tamaño, pues mientras los meteoritos llegan a medir hasta 50 metros, como en el caso del 2009 DD45, los asteroides pueden medir varios kilómetros.
El mayor que se ha registrado hasta el momento es 1036 Ganymed, con un diámetro de 41 kilómetros y el segundo, de 23, se llama 433 Eros.
Los cometas, por su parte, son parecidos a los asteroides, excepto por la estela que ostentan, provocada por el derretimiento del hielo en su superficie.
Hasta el momento se han identificado alrededor de tres mil objetos flotantes. Sin embargo, es posible que haya hasta 10 mil pedazos de roca de más de medio kilómetro de diámetro. Las órbitas de muchos pasan cerca de la de nuestro planeta.
Por ahora, el 2009 DD45 está otra vez lejos de la órbita terrestre, pero de acuerdo con el informe de la misma organización, es posible que el meteorito regrese en los próximos años.
Actualmente, explicó McDowell, hay una gran preocupación entre los científicos y las autoridades de Estados Unidos y de otras partes del mundo para encontrar formas de cambiar la órbita de cualquier objeto peligroso o destruirlo.
“La gente comienza a pensarlo, pero probablemente estamos como a cien años de lograrlo”, dijo. “Lo que sí podemos hacer a corto plazo, si se adquiere suficiente dinero, es elaborar mejores sistemas de alerta, para que, en caso de que uno de estos objetos esté a punto de impactarse con la Tierra, podamos al menos evacuar el área indicada”.
La Agencia Nacional del Espacio y la Aeronáutica de Estados Unidos (NASA), la Universidad de Harvard y algunas otras instituciones en el mundo han establecido centros en los que se vigila constantemente el movimiento de asteroides, meteoritos y cometas.
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